Salud y control de plagas

23.04.2012 17:19

El impacto de las enfermedades transmitidas por plagas representa una de las más importantes amenazas para el hombre en todo el mundo. Las múltiples infecciones que transmiten muchas especies de mosquitos y roedores - por ejemplo- hacen que el control de estas plagas peligrosas adopte un estado de necesidad crítica, más aún en las grandes ciudades. Las vías de transmisión. Muchas plagas son potenciales transmisores de enfermedades, cuyos patógenos pueden acceder al cuerpo por diversos caminos:

• Inhalación: muchos virus que ingresan al cuerpo son partículas que se encuentran suspendidas en el aire y entran por las vías respiratorias, pudiendo algunos vencer el obstáculo natural que ofrecen los anticuerpos del organismo (por ejemplo, el bien conocido virus de la gripe).
• Ingestión: el ingreso de alimentos contaminados provoca enfermedades denominadas de transmisión alimentaria. Normalmente, las bacterias que desarrolladas en alimentos descompuestos o infestados son resistentes a los ácidos que genera el sistema digestivo, provocando enfermedades, muchas de ellas del tipo gastrointestinal.
• Dermal: las heridas o cortes posibilitan la entrada de bacterias al cuerpo a través de la piel.
• Ocular: el hábito de restregarse los ojos disminuye las defensas naturales de que dispone el órgano visual para repeler los agentes externos, posibilitando normalmente la entrada de bacterias y virus, muchas veces depositados en las manos.
• Transmisión parasitaria: especies de insectos que se alimentan de sangre tales como mosquitos, pulgas y garrapatas son algunos de los potenciales transmisores de enfermedades virémicas mediante sus aparatos bucales picadores y chupadores.
Los patógenos. La diversidad de microorganismos es, por supuesto, materia de investigación científica; por esta razón enumeraremos aquí los principales agentes patógenos relacionados con las plagas.
• Staphylococcus: esta bacteria tiene una gran presencia en alimentos en descomposición y en el ambiente; penetran en los ojos, heridas y raspaduras. Producen infecciones oculares y en casos agudos, necrosis o muerte del tejido muscular y septicemia en el flujo sanguíneo.
• Eschericcia Coli: agente patógeno de singular presencia en alimentos y aguas en descomposición. Se encuentra originalmente en las excretas del hombre y de los animales. Provoca habitualmente envenenamiento por alimentos que puede ser incluso mortal.
• Salmonella: también común en alimentos descompuestos y presente en el aire, provoca en primera instancia malestares intestinales. En su fase aguda produce envenenamiento por ingestión y, de no ser tratado el paciente, puede derivar en casos fatales.
• Hantavirus: conocido transmisor del Síndrome Pulmonar del Hantavirus, este microorganismo se constituye en por lo menos una docena de virus. Los roedores son sus portadores naturales y transmiten el patógeno por partículas de orina o polvo contaminado en suspensión, el cual ingresa al aparato respiratorio de la víctima, provocando líquido en los pulmones. Las consecuencias del Hantavirus pueden ser fatales, incluyendo severas deficiencias pulmonares y paros cardíacos. En algunos casos, el índice de mortalidad registrado alcanzó el cincuenta por ciento de las personas infectadas por este virus.
• Rabia: tristemente célebre por su acción endémica a lo largo de la historia, la rabia se difunde mediante mordeduras de animales infectados (dentro de los cuales, normalmente inician la cadena las ratas). El virus ataca el sistema nervioso y en todos los casos es mortal si no es tratado previo a la aparición de los síntomas.
• Tripanosoma: virus causante de la enfermedad de Chagas-Mazza, el tripanosoma es un patógeno transmitido por la vinchuca, propio de gran parte de países de América del Sur. Ingresa al cuerpo a través de las excretas del insecto, quien deposita las heces en la herida que provoca en el acto de succionar sangre para alimentarse. Los síntomas de la enfermedad de Chagas son diversos, manifestándose en una etapa inicial fiebre, ronchas e hinchazón de los párpados. De no ser tratado el paciente, puede derivar en insuficiencias circulatorias, paro cardíaco e incluso la muerte.